¿Amistad? ¿Qué es eso? Realmente no lo sé, porque no paran de desilusionarme en relación a este término. Según qué persona lea esto sabrá de qué estoy hablando, porque está harta de escuchar mis ralladas por la persona por la cual va esta entrada. Sé que no merece ni que piense en ella, por cómo está actuando con mi persona, pero no me sale ser cabrona con según quién, ¿es un defecto? Uno más a la larga lista, total... por uno más...
El término amistad se deriva de aquellas dos personas (pongo dos porque normalmente a la que llega una tercera es cuando hay fricciones entre unas y otras, pero es posible también, claro) que se apoyan y quieren, que se discuten y se perdonan, que saben decir un te quiero pero también las verdades que más duelen, como verdades que son, que saben ser impacientes o todo lo contrario, pacientes y amoldarse a las circunstancias para poder verse, aquellas que serían capaces de matarse a golpes en un ataque de rabia y después de un tiempo, cuando ya estén calmadas, matarse a besos y abrazos, hasta no poder casi ni respirar. Una amistad es aquella que se deriva de dos personas que, a pesar de la distancia, están unidas. Porque a pesar de ésta, no tiene nada que ver para que la amistad rompa, y es curioso que esta persona que describía al principio de la entrada, a pesar de vivir prácticamente cerca mío no se moleste en verme cuando dice que tiene muchas ganas de ello, y que personas que tengo a kilómetros de mí las vea casi hasta más me atrevería a decir. Es curioso, ¿verdad? Pues es mi situación en relación a este término llamado amistad.