viernes, 30 de diciembre de 2011

A very very LONG entry




[Narra Raquel]

A la mañana siguiente me levanté de la cama sin necesidad de que Edgar lo hiciese por mí, y me dirigí al baño para darme una ducha, aparte de que ya me tocaba, era porque mis pelos estaban uno por cada lado de la cabeza y aquello era imposible de adecentar, así que, soñolienta, me metí en la ducha, el contacto del agua con mi piel calentita de la cama hizo que se me pusiese de gallina, estaba medianamente fría en comparación con mi temperatura corporal, pero, a medida que el agua iba descendiendo por mi cuerpo me iba acostumbrando a la ella, no había nada mejor como una buena ducha.
Salí de ésta y me decidí a secarme el pelo con el secador ya que no tenía ni mucho menos el tiempo suficiente para dejar que se me secase al aire como hacía siempre, además, con toda la cantidad de pelo que tenía, me tardaba mucho.
Cuando acabé de secarme lo que era la parte superior, me alisé la parte inferior, la que caía por la nuca detenidamente, me encantaba peinarme en condiciones y más si me iba de viaje, manías.
Una vez hube acabado me dirigí a mi habitación y la adecenté un poco, seguidamente me vestí y, cuando estaba metiendo la cabeza por el cuello de la camiseta que me estaba poniendo que era lo último que me quedaba para estar completamente vestida, oigo mi móvil sonar. Fui en la dirección de donde creía que venía el sonido y averigüé que estaba en uno de los bolsillos de la chaqueta, estaba sonando durante mucho tiempo y temía que aquella persona que estuviese al otro lado de la línea se cansase y colgase, y, sinceramente eso molestaba mucho, lo sé por experiencia propia y lo odio. Lo saqué del bolsillo corriendo y miré la pantalla.
-¿Qué hace llamándome?-dije tras visualizar el nombre que había en la pantalla-.

A pesar de no saber cómo iba a reaccionar cuando escuchase su voz, descolgué la llamada, y me puse el teléfono al oído sin decir nada, el corazón me latía demasiado deprisa, tanto, que me lo podía escuchar como si fuese mi cerebro en esos momentos.

-Conversación telefónica-

-¿Cómo es tener ya los dieciséis años?-dijo cómo si supiera que estaba escuchándole aún y así sin contestar-.
¿A qué venía esa pregunta? ¿Quizás era para sacarme contestación?
-¿No me vas a hablar? Te recuerdo que el que tendría que estar molesto soy yo, no tú.
-Tom… no seas cruel conmigo, todo tiene una explicación.
-Por eso quiero que nos veamos.
-¿Para qué? ¿Para discutir? Paso.
-No pasas, si no nos vemos no podemos saber qué va a pasar, además, quiero verte antes de irme de nuevo a Alemania.
-¿Cuándo te vas?
-Hoy por la noche, en vuelo nocturno.
-Lo siento Tom, pero…
-¿Dónde vives?
-Mejor dime tú dónde estás, e iré a buscarte.
-Estoy en el hotel del centro de la ciudad.
-De acuerdo, creo que ya sé dónde me dices.
-Vale, aquí te espero.

-Fin de la conversación telefónica-

¿Qué acababa de hacer? ¿Por qué le había dicho eso? ¿Tendría el valor suficiente para mirarle a la cara? O quizás peor, ¿de decirle la verdad sobre mis sentimientos? Estaba hecha un lío, pero, aún y así, algún día tendría que hablar con él e intentar-no digo que lo logre-, arreglar las cosas.

[Narra Tom]

Durante la noche estuve pensando en lo que mi hermano me aconsejó hacía ya un tiempo, el tema de llamarla y quedar con ella, no podía porque estaba, según lo que yo sabía, en Londres, pero, cuando la vi en aquel local en Barcelona no me podía creer que ella estuviese allí y yo sin saberlo, luego, durante la noche no la vi más y aquella mañana me decidí a hacer lo que mi corazón quería hacer, llamarla y tener la oportunidad de hablar con ella, a pesar de que mi mente tuviese una opinión completamente diferente, pero mi hermano tenía toda la razón, tenía que dejar de ser orgulloso, y abrirme dejando que mis sentimientos saliesen a la luz.
Ya era mediodía y éstos, al parecer todavía no se habían despertado, porque no me habían venido a buscar ni nada, salí de mi habitación y me fui al comedor del hotel. No tenía demasiada hambre, así que cogí poca comida dónde estaba la barra de libre disposición, cuando acabé de comer me dirigí nuevamente a mi habitación, de pronto escuché cómo picaban a la puerta.
-¿Quién?-dije aún recostado en la cama-.
-Yo Tom, ¿puedo pasar?
-Pasa Bill.
Mi hermano entró tal y cómo le dije y se sentó al lado mío en la cama.
-¿Te pasa algo?-preguntó tras ver que no decía nada-.
-No, ¿por qué?
-¿Por qué siempre intentas engañarme? Sabes que es inútil que lo intentes, sé cómo estás en casa momento.
-¿A sí? Y si eres tan listo, ¿por qué estoy así, eh?-no sé por qué dije eso, si sabía perfectamente lo que me iba a decir.
-Por Raquel.
-No.
-¡Tom!
-¡Vale si! Y si ya lo sabes, ¿para qué me preguntas?
-Porque quiero que lo digas, basta de ser orgulloso, ¿es que no lo entiendes? El único que pierde siendo así eres tú.
-El que no entiendes eres tú, te recuerdo que tu novia no se ha suicidado por tu puta culpa, y a mí eso sí que me ha pasado. No puedo ser de otra manera, porque no quiero que una desilusión me pase de nuevo, es verdad que quiero centrar la cabeza, pero, Raquel esta con nuestro primo, te lo recuerdo.
-No, ya no.
-¿Qué? ¿Ya no qué?
-Que ya no están juntos.
-¿Motivo?
-No lo sé, pero ya no están juntos.
-¿Y tú cómo sabes eso?
-Me lo dijo él mismo hace unos días por teléfono.
Verdaderamente un sentimiento de esperanza nació en mí, ya que si Raquel estaba libre todo sería más fácil, pero Tom, ¿qué estabas pensando?
Pero por otro lado me sentía mal, ¿por qué sería que habían acabado con su relación? Tenía verdadera curiosidad, así que esa tarde cuando la viese se lo preguntaría.
-¿En qué piensas?-espetó mi hermano-.
-He quedado esta tarde con ella.
-¿Qué? ¿Cuándo? Sabes que nos vamos esta noche.
-Por eso mismo, necesito hablar con ella y a poder ser que me explique el motivo por el cual de su engaño.
-Parece mentira que no lo sepas, ¿no se te ocurre nada?
-No, haber listo, di.
-Porque no toda fan que nos conoce es igual, y ella es una de esas, no quería que la generalizásemos como todas, quería ser diferente, tener un trato con nosotros diferente, bueno, al menos eso es lo que pienso yo.
-Tiene sentido.
Sinceramente mi hermano en los temas de pensar, de los dos era al que se le daba mejor, dado que a mí no, yo simplemente actuaba, tras impulsos, sin pensar las consecuencias. Mi hermano era completamente diferente a mí en eso, era muy indeciso, demasiado, se pensaba demasiado las cosas antes de hacerlas, eso, claramente tenía su lado bueno y el lado malo.
-Y bueno, ¿a qué hora has quedado con ella?
-Pues si te digo la verdad no lo sé, le he dicho donde estaba, en el hotel del centro y ella me ha dicho que vendría por mí.
-De acuerdo, pues suerte, y sobre todo no hagas nada de lo que después te puedas arrepentir.
-No te preocupes.
-Bueno, yo me voy que voy a llamar a Emma.
-Vale ñoño.
-Lo que tienes es envidia.
-Más quisieras-dije riendo-.
Mi hermano se fue riendo y cerró la puerta dejándome de nuevo solo en el interior de la habitación. Tenía razón, le tenía envidia, siempre me metí con él por su tardanza con las relaciones, quiero decir, todo el tiempo que ha pasado desde que empezamos con la banda que no estaba con nadie, y de eso hace ya mucho, yo en cambio he tenido muchas pero a la vez ninguna, él tan solo ha tenido una y ahí está, ¿por qué todo lo malo me pasaba a mi? En éstos momentos envidiaba a mi hermano, si.

[Narra Raquel]

Después de la llamada de Tom, me fui al salón donde estaba mi padre, al parecer Cristian no se había levantado todavía. ¿Cuándo pensaba hacerlo? Según tenía entendido, ellos al igual que yo, se marcharían al día siguiente, pero yo cogería el vuelo con destino a las Maldivas. Aprovechando que nada más que mi padre estaba despierto a parte de yo, le dije que quería hablar con él, quería contarle todo, ya que el día que volví a Londres le dije que volví a parte de porque debía, porque estaba preocupada por él, me preguntó el motivo pero yo no creí que ese fuera el momento apropiado, lo raro que, conociendo a mi padre no me haya mencionado nada al respecto.
Le dije que necesitaba hablar en privado así que nos fuimos en dirección al despacho donde él, antes de irnos a Londres, pasaba la mayor parte de su tiempo, si no era por motivos de trabajo, era porque ahí dentro se sentía tranquilo y sin nadie que le molestase. Una vez estuvimos en el interior, nos sentamos en el gran sofá que había allí y le cogí de la mano.
-Papa, ¿te acuerdas de lo que te dije cuando llegué a Londres?
-¿A qué exactamente?
-¿No lo recuerdas?
-Dime, qué es exactamente.
-Que volví porque estaba preocupada por ti.
-Sí, ¿qué pasa con eso?
-¿No quieres saberlo?
-Claro, dime.
-Verás, ¿te acuerdas de aquella vez que María me envió un correo metiéndome miedo?
-Sí, ¿qué tiene que ver eso? Espera, ¿no te ha hecho nada verdad?
-No, por suerte, no, pero me envió otro correo, o eso creí yo diciéndome que estaba en Londres, además cuando estuve en Alemania la vi por la televisión.
-No puede ser, ¿cuándo se cansará de hacernos daño?
-Pues no lo sé, pero, ¿por qué me tiene tanto odio?
-Pues no lo sé cariño, de verdad que no lo sé, bueno, tú no te preocupes, nada te va a pasar si estás conmigo.
-Gracias papa, pero, ¿qué hacemos?
-Pues, vivir el día a día, por desgracia no podemos saber lo que puede pasar en un futuro, así que habrá que esperar.
-¿A qué? ¿Qué nos mate? Porque te aseguro que es capaz.
-No se atrevería.
-Ui que no.
-Bueno, no te preocupes por eso, ahora vete a hacer la maleta para tu increíble viaje, y allí te olvidarás de todo cariño.
-Vale pero antes quería decirte algo. ¿Por qué hiciste eso anoche?
-¿Lo de los chicos?
-Sí, ¿por qué?
-¿No te gustó?
-Me encantó, pero no me lo esperaba, además, estoy enamorada de uno de ellos.
Ale, ya lo solté. Fue inconscientemente, pero me quedé tan bien…
-¿Qué? ¿Y Cristian?
-Ya lo hemos dejado, ambos creíamos que ya nada era igual desde que vinimos de Alemania, o incluso siempre, dado que yo siempre he estado enamorada de Tom, aunque tan sólo fuese un mísero amor platónico y, como tal, imposible, pero ahora… papá, es posible, le conozco… no sé.
-¿Tom? ¿Quién es Tom?
-Papa, parece mentira que seas padre mío, el guitarrista del grupo.
-A es que no los diferencio cariño, entiende que en mi cabeza tengo cosas más importantes en las que pensar que en saberme los nombres del grupo favorito de mi hija.
-Vale gracias… Pero sí, es verdad, no tienes ninguna necesidad y sí he quedado con él esta tarde.
-¿Y eso?
-Me ha llamado, quiere hablar conmigo, es que les mentí.
-¿Qué les mentiste? ¿Sobre qué?
-Sobre mi fanatismo, nunca les dije que era fan suya, porque quería ser algo más que eso, quizás una amiga con quien pueden confiar, y quizás si les decía que era fan me generalizaban como histérica. Por eso cuando me vieron anoche descubrieron que yo era fan, porque habían sido contratados para tocar en mi fiesta de cumpleaños, y se dieron cuenta, hoy tengo que rendir cuentas con él.
-Lo siento, entonces, ¿cómo dices que te gustó la sorpresa? Si metí la pata, y hasta el mismísimo fondo…
-No, todo lo contrario, sí, metiste la pata, pero gracias a eso ya no tengo que sacar el valor para contárselo, porque ya lo saben… ¿lo malo? Que quizá estén molestos, yo en su caso lo estaría, pero mantengo la esperanza de que no, porque sino… todo lo realizado no tendrá sentido alguno.
-Por eso siempre te digo que hay que decir la verdad hija…
-Ya, ya lo sé.
-Pero bueno, no te bases en el pasado, y no te sientas culpable, todos en un momento determinado de nuestra vida mentimos, así que… no te preocupes. Mucha suerte en tu… ¿cita?
-Sí, se puede llamar… cita.
Al vocalizar esa palabra un escalofrío recorrió mi cuerpo al completo, iba a tener una cita con mi amor de hace años e iba a ser la afortunada que muchas querían ser.
-Gracias papa –dije finalmente.
Decidimos salir del despacho e irnos al comedor a comer, teníamos hambre y Cristian ya estaba por allí, hablé con él y le dije que había quedado para verme con Tom aquella tarde, él como siempre me apoyó y me dio todos los ánimos para que saliese bien, se lo agradecí y empezamos a comer.

La tarde llegó y cada vez estaba más nerviosa, ya no tenía uñas para morderme, lo había hecho con todas y cada una, me arrepentía ya que me gustaba tenerlas largas, pero los nervios me carcomían por dentro y necesitaba calmarme con algo, ya tenía hecha la maleta y me encontraba en mi habitación. La hora de ir al hotel se acercaba y no sabía cómo iba a reaccionar cuando la conversación con él se produjese.
Bajé de nuevo al salón y mi padre se ofreció a llevarme, quería decirle a Cristian que me acompañase ya que era su primo, pero luego pensé que no sería lo más adecuado así que, tanto él como yo no dijimos nada.
Una vez llegamos a la calle del hotel, mi padre paró el coche y me dio un beso para que me tranquilizase, yo cogí mi bolso y me salí del coche. Una vez fuera me dirigí a la entrada principal y pregunté en recepción por el nombre de Tom Kaulitz.

[Narra Tom]

Para matar el tiempo hasta que Raquel viniese, me fui por los alrededores del hotel para verlo y, cuando creí que ya había pasado el tiempo suficiente me dirigí a la recepción para pedir nuevamente la llaves de mi habitación, dado que cada vez que salías de tu habitación, mejor dicho, fuera del hotel, tenías que dejar las llaves para que siempre estuviesen allí, así que me fui a la recepción, y de repente escuché mi nombre, estaba mirando al suelo buscando mi móvil por si había recibido alguna llamada y nada, entonces fue cuando miré a la persona que había dicho mi nombre y vi a una chica medianamente bajita, intermedia, con una gran melena negra allí parada, supe quien era.
-Estoy aquí.
Ella se giró sorprendida y nos quedamos mirando.
  
[Narra Raquel]

Entré al interior del hotel y, por suerte la recepción estaba justo al frente de modo que no tuve que buscar demasiado. Me acerqué y, tras el enorme mostrador, visualicé a una chica muy guapa entretenida organizando unos papeles, paró y me prestó atención. Pregunté por el nombre de Tom Kaulitz y me dio sin ningún problema el número de la respectiva habitación, lo que me pareció extraño ya que ellos eran terriblemente conocidos y, a la más mínima sospecha de fans, había extrema discreción en relación a ellos, para evitar según qué actos de locura que realizaban las fans histéricas, pero, no quería remover más lo que no tenía que remover y al escuchar el número de la habitación una sonrisa salió de mis labios, ya que era la 483, sé que era muy friki, pero dado que era fan y ese número era de su segundo álbum de estudio y estaba en unas de mis canciones favoritas, era completamente normal. Pero, antes de dirigirme a la habitación para que el encuentro entre Tom y yo se realizase, escuché una voz a mis espaldas y comprobé que era él una vez me giré. Mantuvimos la mirada por un corto período de tiempo hasta que él me cedió una de sus grandes, masculinas y deseadas manos que deslizaban tan bien en una guitarra y yo la uní a ella produciendo ese contacto que tanto echaba en falta.
Me condujo fuera del hotel, al parecer quería dar un paseo y hablar tranquilamente, sería mejor dado que dentro de la habitación me agobiaría demasiado en los momentos de absoluto silencio, además, me iría bien tomar un poco el aire ya que había pasado toda la mañana metida en casa y no había parada de hacer cosas.
A pesar de que no hacía sol, llevaba puestas una de sus tradicionales grandes gafas solares ocultando tras aquellos cristales esos ojos color miel que tanto me gustaban. No me había soltado la mano pero, con el contacto permanente mi mano empezó a ponerse resbaladiza encima de la suya, él pareció darse cuenta y la cogió delicadamente con su otra mano e hizo un rápido movimiento que mis ojos no fueron capaces de captar de modo que ahora mi mano estaba entrelazada alrededor de su antebrazo tocando una de las mangas de su grande sudadera. Sonreí y miré al frente, al parecer iba a ser una velada bastante tranquila.

-Tom, ¿por qué siempre llevas gafas puestas?-sé que era absurdo, pero necesitaba romper de algún modo ese incómodo silencio.
-¿A qué viene esa pregunta?-tenía razón, que pregunta más absurda.
-No sé, simple curiosidad-qué mal se me daba sacar conversación
-Si te digo la verdad no lo sé, es costumbre, quizás es por pasar un poco desapercibido aunque no lo logre en ocasiones, pero verdaderamente no hay motivo, ¿te molesta?
Le iba a responder, pero antes de que pudiese hacerlo, se las quito dejando que la poca claridad penetrase directamente a sus ojos en vez de pasar primeramente por aquellos gordos cristales.
-Me da igual todo, no tengo porque esconderme, además tengo que aprovechar estos momentos que puedo estar contigo y poder mirarte directamente, no a través de unos dichosos cristales negros.
Esa respuesta verdaderamente me sorprendió y me hizo sentir avergonzada, así que lo primero que hice fue bajar la cabeza ya que notaba que mis pómulos estaban cogiendo algo de color.
Tom puso el brazo en posición vertical ya que lo tenía en ángulo agudo y tenía las manos metidas en el bolsillo de su sudadera y yo agarrada a su brazo, las sacó de los bolsillos de la sudadera e introdujo una de ellas, la cual correspondía al brazo que yo estaba agarrando en el bolsillo del pantalón buscando algo, cuando la sacó tenía una cajetilla de tabaco junto con un mechero, abrió la cajetilla y se llevó un cigarro a la boca, hizo hueco impidiendo que el aire  entrase pudiendo apagar la llama del mechero y encendió el cigarrillo para a continuación darle una profunda calada.
-¿A qué ha venido esa respuesta?-le pregunté una vez que estaba algo más calmada.
-Nada en especial, simplemente me apetecía decirlo, dado que me has caído bien, nunca pensé que podría tener una relación de amistad con alguien del sexo opuesto y más que sea fan mía, una anécdota muy interesante.
-Vas a hacer que me sonroje, de verdad, no me digas estas cosas.
-Jajaja, no te pongas así mujer, simplemente estoy siendo sincero contigo, somos amigos, ¿no?
-Han cambiado tanto las cosas desde que volví de Alemania, nunca pensé que yo podría estar viviendo esto.
-¿Por qué nos mentiste? Eso de que a las fans os clasificamos como histéricas no es verdad.
Le miré como transmitiendo: “¿me estás llamando tonta?
-Vale, no me mires así, si, pero, no tenías por qué…
-No me conoces Tom, no sabes nada de mí.
-Y entonces, ¿por qué no me dejas conocerte?
-¿Para qué? Tú te marchas esta noche, y yo mañana, cada uno tiene su vida, tú con la banda y yo seguiré viéndote si, pero cuando vengas a mi ciudad que es esta a hacer conciertos, nada más Tom…
-No digas eso porque no es verdad, a una amiga como tú no la quiero perder, además, ¿por qué? Sabes que en nuestra casa siempre serás bienvenida.
-De verdad Tom, esto es una pérdida de tiempo, las cosas son mucho más complicadas de lo que tú te piensas.
-¿Tendrás palabras para contarme todo?
-¿A qué te refieres?
-¿Te inspiro suficiente confianza como para sincerarte?
-No tengo que sincerarme Tom, no te corresponde saber eso.
-¿No me tienes confianza?
-¿Quién te ha dicho eso?
-Tú, con otras palabras, pero me lo has dicho, sé que nuestra relación no ha empezado demasiado bien, pero quiero que sepas que puedes contar conmigo para todo, incluso para lo que no dices.
-Dudo que pueda, una característica de mi carácter es que soy muy reservada, mi vida privada tal y como dice la palabra es íntima, no voy diciendo lo que me pasa o lo que me deja de pasar a los cuatro vientos.
-Entonces no te preocupes, pero ¿aceptas mi invitación para comer un helado?
-¿Un helado? Tom, ¿el cigarro te ha afectado a las neuronas? ¿Cómo pretendes comer un helado en pleno mes de enero?-pregunté sorprendida.
-Como se nota que no eres alemana, aquí, en comparación con allí, no hace nada de frío, yo ahora podría ir como vosotros vais en verano, por eso te lo digo.
-Bueno, creo que no tiene nada malo, además, hoy es día de experimentar-me arrepentí al momento de decir eso, sabiendo o pensando que sabía cómo era Tom, esa contestación se podría malinterpretar fácilmente-.
-Claro, esa actitud me gusta más, entonces, ¿aceptas?
-Claro.

Le respondía sin pensar, solamente con lo que verdaderamente quería hacer, sé que ser de esa manera después me iba a pasar factura, pero eso era lo divertido, el riesgo, además, ¿para qué iba a evitarle? Si nunca, o quizás pasaría demasiado tiempo hasta que algún encuentro entre nosotros se volviera a realizar, así que, como dijo él tras quitarse las gafas, había que disfrutar del poco tiempo que podía estar con él.
Nos fuimos en dirección a una cafetería llamada Häggen-Dazs donde sorprendentemente había la típica cristalera que era nevera donde podías visualizar para escoger los helados y sus respectivos sabores. Yo fui al baño y Tom se quedó en el mostrador ya que era nuestro turno y la chica nos estaba atendiendo.

[Narra Tom]

-¿Qué desea?-preguntó la chica que estaba tras el mostrador-.
-Un helado de copa para dos.
-De acuerdo, ¿qué sabores?
-Chocolate, frambuesa y stracciatella.
-Vale, ¿algo más?
-No, eso es todo.
-De acuerdo pues, 20 euros.
-Tome, se lo doy justo.
-Muchas gracias, que aproveche.
-Gracias.

Le guiñé el ojo y ella sonrió, cogí la gran copa que estaba encima del mostrador de cristal y me dirigí a una de las mesas a esperar a Raquel.
Miraba el helado con adoración, verdaderamente tenía buena pinta, de él sobresalían dos cucharas que estaba pinchadas a cada lado y con la que Raquel comería y yo con la restante.

[Narra Raquel]

 Salí del baño y me miré al espejo, suerte que en el bolso tenía el lápiz de ojos, se me había esparcido un poco alrededor, así que me lo repasé un poco, me lavé las manos, me acicalé un poco el pelo y abrí la puerta dirigiéndome nuevamente al interior del local y visualicé a Tom de espaldas sentado en una de las mesas del principio. Le di dos toques con el dedo índice en el hombro izquierdo y efectivamente, se giró para ese lado, yo le miré riéndome y él sonrió. Me senté en la mesa y vi la enorme copa que había encima.
-¿Y esto? Dios Tom, tú me quieres inflar a helado.
-Te quejarás, anda que no tiene buena pinta.
-¿Quién te ha dicho lo contrario? La verdad es que sí-dije con una sonrisa.
-Me encantas cuando sonríes-dijo piropeándome.
-No empieces.
-Es verdad, me gusta tu sonrisa.
-Tom…
-Vale, ya paro. Las damas primero-dijo para que empezase con el helado.
-Va, los dos.
Como cuando tomas una copa de champán, pero nosotros con el helado, cruzamos los brazos entre risas y cada uno cogimos una de las dos cucharas que había pinchadas en el grande helado y, con risas todavía, nos introdujimos en la boca la primera cucharada a la vez. Tras tragar nos quedamos mirando fijamente a los ojos.
-Está muy bueno-dije poniéndome de nuevo en la posición inicial.
-La verdad es que sí.

Nos quedamos un rato mirando a un punto muerto, al menos yo, embobada en algo, y él me miraba atentamente.
-Me estás intimidando mirando así.
-¿No puedo mirarte?
-Sí, pero no fijamente, me siento observada.
-Lo más normal del mundo cuando te están mirando.
-¡No te quedes conmigo!
-No me estoy quedando contigo-dijo sin parar de reír.
-¡No que va!-dije riéndome, me la contagiaba.
Eso parecía un circo, éramos verdaderamente escandalosos riendo.
Decidimos que ya era hora de comernos el helado y tanto el uno como el otro empezó a comer, no llegó a los diez minutos cuando la gran copa de helado estaba vacía.
Nos salimos de la heladería y nos fuimos caminando tranquilamente por las calles alumbradas por las farolas dado que ya estaba anocheciendo en dirección al hotel, nuestro encuentro estaba llegando a su fin, me daba pena, pero el tiempo pasaba rápido y más en aquellos momentos, no se detenía desgraciadamente.
Llegamos al hotel y él quiso que me quedase con él, pero lo negué.
-Bueno, al menos, ven a despedirte de los demás.
-Claro, quiero disculparme por haberos mentido.
-No te preocupes por eso, teniendo en cuenta que eres fan, como ello, pensaste que éramos inalcanzables, y simplemente querías mantener una relación de amistad. Mi hermano tenía razón.
-¿Tú hermano?-pregunté extrañada-, ¿Qué tiene que ver Bill en esto?
-Pues que fue él quien dijo ése razonamiento.
-Ah, ya decía yo.
-¿Estás diciendo que soy tonto?-preguntó con una dulce sonrisa en sus labios.
-¡No! Si eres muy listo, más que listo, pícaro.
-Puede ser.
Nos reímos y de repente vi aparecer a Bill corriendo y con los abrazos completamente abiertos en mi dirección. No rechacé ni mucho menos ese abrazo y menos viniendo de Bill, cómo le quería.
-¿Cómo estás?-dijo animado.
Observé cómo Tom se fue para atrás dejando paso a los tres restantes.
-Muy bien, ¿y vosotros?-pregunté en general tras saludar a todos.
-Aquí, esperando a que nuestro manager venga a por nosotros para irnos al aeropuerto-añadió Georg.
-Qué pena que os vayáis ya.
-La verdad es que sí-dijo Gustav.
-¿Por qué no nos dijiste la verdad?-preguntó Bill.
La pregunta que menos quería que se realizase, se hizo.
-Bill, tenías razón, es por lo que me dijiste.
-¿Enserio?-dijo sorprendido-, estoy todo hecho un genio-dijo con una mueca cómica-, no, ahora en serio, no tenías por qué haberlo hecho-dijo animándome.
-Claro-dijeron Gustav y Georg.
-Gracias, pero lo importante es que ya lo sabéis.
-Si-dijeron todos al unísono.

Nos fuimos a tomar algo al bar que había en el hotel y estuvimos hablando de temas diversos, hasta miré el reloj y comprobé que ya pasaba de la hora para estar en casa, y, con todo el dolor del mundo me despedí de ellos, me quedaría encantada, pero además ellos se tenían que ir, ya que volvían a Alemania.
-Bueno chicos, me tengo que ir.
-Te acercaríamos si tuviéramos coches, pero como vinimos en el Tour bus no podemos.
-No os preocupéis, puedo ir andando.
-De acuerdo, pues, no me gustan nada las despedidas-dijo Bill.
-A mi tampoco-dije apenada y me acerqué a cada una individualmente dándole un abrazo, incluido a Tom-.

Raquel se fue, tal y cómo les dijo a los chicos caminando tranquilamente y con una gran tristeza en su interior, no le gustaban nada las despedidas, solamente había vivido dos, cuando se marchó de Barcelona para irse a Londres, hacía el mismo destino pero desde Alemania y con ésta es la tercera, definitivamente no le gustan nada y menos cuando con las personas de las cuales se despedía significaban tanto para ella.
Llegó a casa, saludó a la gente y se metió en su habitación, no tenía hambre dado que la comilona de helado que se dio con Tom aquella tarde le estaba pasando factura, y, como ella pensó, el ser de esa manera tanto con él como con ellos, ahora le venían las consecuencias y era el estar triste porque no sabía cuándo iba a volver a pasar.

Me metí en la cama ya que estaba agotada y me dormí al momento, o eso creí ya que dejé de escuchar los pocos ruidos que en mi alrededor habían.




------------------------------------------------------------------------------------ FIN ----------------------------------------------------------------------------------





Sé que nunca he hecho una entrada así de laaaaarga, pero leyendo una fic de una amiga de Alba, aquí su blog personal y aquí el de fics y escritos en general y bueno, he dicho... hostia, yo tengo una parte de una heladería entre los dos protagonistas de mi historia, y mira... he colgado como dos capítulos y pico, porque me ha dado la vena, sin más hahaha


Ayer noche bestial, increíble, con Raquel, mi tocaya, 
mi niña, mi... todo, la adoro, la quiero, 
la amo, es genial, es increíble, es un amor de niña, 
enserio. 
Hice verdaderas locuras, bueno, hicimos. 
Conocimos a unos a la vuelta y se vinieron con nosotras
 en el metro allá por las seis de la mañana haha que locuras
 se hacen, pero que inolvidables son :)
 espero que se repita (: