viernes, 24 de febrero de 2012

Little Red Riding Hood by Sofia Navarro

Desde hace unos cinco años está pasando algo realmente extraño en la literatura juvenil..., los jóvenes se toman ciertos libros de lectura como si fueran la Biblia.
Siempre podemos buscar antecedentes. Hace casi 15 años, el gran boom de los bestsellers juveniles de los últimos tiempos llegó de forma muy elegante pero certera con la saga Harry Potter, de la famosa escritora británica J.K. Rowling, a quien, por cierto, admiro muchísimo y agradezco que contase dicha historia al mundo. Eso sí, no he tenido espíritu para leer más de un libro suyo, aunque varios intentos de buena fe he hecho. La sala de películas que ha adaptado sus obras marcó mi adolescencia y siguen manteniéndome como seguidora en mi juventud... a pesar de no ser ninguna exquisitez cinematográfica, no me importa, cuenta con todo mi cariño. Algo de culpa tiene que tener la pluma de Rowling para que semejante fenómeno, y con la calidad literaria que tiene, llegue a tanta gente.
Cuando las editoriales y las productoras de cine dieron cuenta de que eso de los jóvenes no leemos era una gran mentira, cuando se dieron cuenta de que en realidad somos un grueso enorme de público lector y ávidos consumidores de libros, cuando fueron testigos de lo capaces que somos de agruparnos para hacer de un libro un fenómeno mediático..., entonces se pusieron las pilas. Hoy, uno puede ir a la librería y pedir un libro de literatura juvenil escrito por el más distinguido de los nombres de la alta literatura, pero quizás antes de que este descubrimiento de la juventud como cliente potencial se produjera no habría sin nada sencillo.
¿Qué es esa cosa tan extraña que sucede ahora mismo? El fenómeno. Poco a poco remite, pero nunca quiere irse por las buenas. Al fenómeno actual "de vampiros". He leído esos libros... Vampiros que no muerden. Al principio pensé que sólo era medianamente original. El vampiro que se enamora de la humana es algo que ya se ha contado otras veces: lean a Anne Rice. Cuando me di cuenta de que no había colmillos me pregunté dónde estaban los vampiros.
Soy fan de Drácula y de Lestat... De la escritura romántica de Stoker, de las novias de Drácula, de Lucy y de Van Helsing. Soy fan de los vampiros hermosos, sensuales, rockeros y lectores de mentes de Anne Rice... Sí, estaba todo inventado, lo de leer la mente también.
La juventud lee, y mucho. Los fenómenos como estos tienen una cosa buena y es que lo demuestran, pero dependiendo de la calidad de la obra, pueden desprestigiar el buen criterio de los lectores jóvenes. Da la impresión, de que estos prefieren una versión dulce y muy suave de los clásicos. Es como si trasladásemos a la adolescencia y a la juventud lo que teníamos en la niñez: cuentos clásicos adaptados por Disney.
Siempre he adorado a Disney, toda esa maravillosa factoría de sueños. Amada y criticada, con o sin fundamento, a mí sólo me lleva a pensar en mi niñez y en lo feliz que era viendo cualquiera de esas clásicas películas tan cuidadas e inolvidables. Pero cierto es que Disney tomaba cuentos que en su origen podían ser realmente crueles, sangrientos, monstruosos..., y los convertía en algo conmovedor. Es lo que estamos haciendo con los vampiros: los edulcoramos. Es un destrozo, igual que Disney destrozó historias como  Nuestra señora de París, del gran Víctor Hugo, sacando de ella El jorobado de Notre Dame. Adror esa película, me encanta, es parte de mí... Sin embargo, viendo la obra original del escritor francés, es obvio que es la película de Disney es una mutilación, una mutación hacia lo políticamente correcto, hacia lo soportable y, sobre todo, lo moral. En Disney siempre ganan los buenos. Víctor Hugo mató en su novela tanto a Quiasimodo como a Esmeralda... Disney no habría podido respetar ese final.

He aquí mi propuesta. Ofrecerle a la juventud un cuento clásico, con un nuevo enfoque que lo oscurezca, no que lo suavice. Caperucita Roja forma parte de nuestra cultura, es un cuento del cual prácticamente todo el mundo conoce alguna versión. He querido recuperar el espíritu de los Hermanos Grimm, que fueron dos de los más importantes escritores de cuentos populares de toda Europa. Recuperar ese espíritu significa una sola cosa: miedo. Las morelejas de los Grimm se aprendían a fuerza de crueles sentimientos. No había perdón ni sutilezas. 
Los Grimm tienen entre sus cuentos muchos de esos grandes clásicos que luego Disney convirtió en caramelo y azúcar. Un ejemplo que siempre me ha llamado la atención, y que prueba la crudeza de los cuentos de los Hermanos Grimm, es la escena de La Cenicienta en la que las hermanastras de la protagonista han de probarse el zapatito de cristal que determinará quién se casará con el príncipe. Sabiendo que de ninguna manera sus grandes pies cabrían en el pequeño zapatito de cristal, las hermanastras se amputan los dedos de los pies para conseguir que el zapato les encaje. ¿Alguien recuerda una imagen así en la película de Walt Disney? No se molesten, jamás existió.
No temamos al lobo feroz, disfrutemos de su presencia. Los Grimm lo pintaron malvado en sus cuentos y yo no pienso convertir a Caperucita en una joven damisela en apuros, rescatada por un apuesto cazador. ¿No están los lectores cansados de tantas ñoñería? He decidido cambiar la moda. No voy a suavizar nada, les ofrezco un thriller con un punto de sensualidad, intriga, miedo y sangre.
Entre la fantasía y la esquizofrenia está el juego. Todo un regalo para los lectores que piensen que este mundo se ha vuelto loco.



Es un GRAN libro, os lo recomiendo. Me lo leí en verano y prácticamente se puede decir que me lo devoré, en apenas dos semanas leyendo día y noche -cómo añoro el verano, entre otras cosas, por esto porque puedo leer y hacer todo lo que me gusta cuándo y cómo quiera *-*-, el libro, qué locura. El final sorprende, y a mí me dolió sólo de imaginármelo, ya que el personaje principal es Tom, aunque no con ese nombre pero sí es él. Ya lo comprobaréis por vosotros mismos :)

Aquí una foto presumiendo con su libro, a continuación una pequeña biografía de ella que figura en el libro y un pequeño resumen que también figura en el libro:


Sofía Navarro. Es una joven escritora andaluza nacida en 1988, en Jerez de la Frontera. En la actualidad termina Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla, carrera que escogió por amor a otra de sus pasiones: el séptimo arte. Desde muy niña manifiesta su vocación por la escritura, que se convierte en parte de su vida a los once años. Termina su primera novela con catorce, y continúa escribiendo hasta obtener una verdadera colección de obras propias, entre las que cabe destacar "Flor del pasado", "La sombra de una dama" o "El último pecado capital", entre otras.




Alemania, año 2011. Un joven universitario se ve obligado a dejar temporalmente su carrera, sus amistades y todo lo que hasta ese momento ha conformado su ajetreada vida. Tras diagnossticársele una enfermedad mental, decide retirarse a un pequeño pueblo en las montañas para intentar frenar el avance del trastorno que comienza a despuntar. Allí descubrió los placeres y los inconvenientes de la vida rural, así como a diversas personas relacionadas con sus antepasados y con la casa de su familia.


Tras romper casi por completo los vínculos con su vida anterior, conocerá a una muchacha a la que todos en el pueblo apodan Caperucita Roja, debido a su costumbre de pasear por los bosques ataviada con una capa de tal color. Imbuido en aquel ambiente, el joven no encontrará a seres mágicos, vampiros ni hombres lobo, sino que descubrirá algo mucho más real y muchísimo más peligroso. Algo tan terrible que nunca hubiera podido imaginar. Y es que en ocasiones, la realidad puede superar a la fantasía...


¿Y si la verdadera historia no fuera como nos la contaron cuando éramos niños...?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Almas